El antibiograma, prueba de sensibilidad o resistencia microbiana

El antibiograma, prueba de sensibilidad o resistencia microbiana, es una de las pruebas analíticas más eficaces que tenemos en veterinaria para diagnosticar tipos de infecciones e identificar el antibiótico más adecuado para cada una.

¿Qué es el antibiograma?

Es una de las pruebas analíticas más eficaces que tenemos en veterinaria para diagnosticar tipos de infecciones e identificar el antibiótico más adecuado para cada una.

Y mediante el cual, medimos la sensibilidad de una bacteria ante diferentes antimicrobianos o antibióticos “in vitro” y según los resultados diagnosticamos el fármaco más adecuado para administrar “in vivo”.

Cuando pedimos un antibiograma?

Cuando la infección es muy evidente y puede ser causada por diferentes tipos de bacterias, es aconsejable pedir un antibiograma directamente y así conseguimos total seguridad en la prescripción del fármaco.

También cuando previamente hemos prescrito un antibiótico y al cabo de unos días vemos que no ha tenido el efecto esperado.

A qué sustancias realizamos antibiogrames?

Podemos hacer antibiogrames de sangre, orina, heces, de líquido biológico o de alguna herida

Qué profesionales intervienen en la realización de la antibiograma?

La prueba requiere una colaboración entre el veterinario y el analista, puesto que los datos clínicos son determinantes a la hora de realizar la prueba en el laboratorio.

Caso práctico: antibiograma de orina

El veterinario Quim Menzinger, del hospital de Rubí, ha encargado a la bióloga Nèlida Ciurana, responsable del laboratorio del Dispensari un antibiograma de orina de Nika, una Golden retriever de cuatro años que presentaba síntomas de infección. «El antibiograma es una herramienta muy importante para hacer un tratamiento mucho más dirigido al agente causal, y mejora las probabilidades de éxito en el tratamiento«, asegura el veterinario.

Quim ha recogido muestras de la orina de la Nika y las ha enviado al laboratorio con sus indicaciones. Nèlida ha preparado una placa con un medio de cultivo que tiene todos los nutrientes para hacer crecer las bacterias y lo ha sembrado, es decir, que con la ayuda de un palito esterilizado lo ha impregnado de la orina contaminada y lo ha introducido en la máquina “estufa” donde lo ha mantenido entre 24 y 48 horas.

Durante este tiempo las colonias de bacterias han crecido en la placa. Nèlida las ha mezclado con suero fisiológico y ha obtenido una solución bacteriológica con la cual, con ayuda de otro palo esterilizado, ha sembrado otra placa de cultivo encima la cual ha ido incorporando diferentes tipos de antibiótico según las indicaciones clínicas de Quim y lo ha vuelto a poner en “la estufa” a 37º, 24 horas más.

Al sacar la placa se aprecia claramente qué bacterias han podido seguir creciendo y por lo tanto son resistentes al antibiótico administrado; cuáles presentan una resistencia intermedia y podrán ser eficaces con dosis elevadas o más frecuentes; y cuáles han sido sensibles al fármaco y probablemente garantizan la inhibición de la bacteria y por lo tanto son el tratamiento más indicado en dicho caso.

Quim ha podido prescribir el fármaco adecuado a Nika, que una semana más tarde, ya le ha desaparecido por completo la infección.